• relato

    Terrores cotidianos

    Berto intenta ligar con Helen; de manera sutil, pero todos lo sabemos. Le gustan las inglesas. Es un hecho. Desde que pasó sesenta días en un campamento de verano en Manchester, a los 17, supuestamente para aprender inglés -aunque sólo aprendió, según él mismo cuenta, “a liar porros y a desabrochar sujetadores con una mano”-. Quiere caerle bien a Helen, por eso le pregunta “¿Y tú, Helen?, ¿No le tienes miedo a nada?”. Y Helen, con su acento de corresponsal que lleva demasiados años en el extranjero, responde “Miedo de verdad no tengo, pero sí pequeños miedos. Cosas de cada día que me hacen tener supersticiones. ¿Se dice así?”. Y…