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    Los días de Jesús en la playa

    La piel de Jesús parece cuero expertamente engrasado.  Desde cerca las arrugas y estrías marcan cada uno de sus músculos, perfilan sus huesos, destacan sus movimientos. Desde lejos parece solo un anciano demasiado delgado y moreno. Se aleja de las cabañas desnudo bajo el sol. Con mechones de pelo grisáceo manchado de negro pegados a sus hombros. Lleva tres meses viviendo en una de las cabañas de la playa, disfrutando de los precios de saldo de la temporada baja. Diez dólares la noche, desayuno incluido. Y el desayuno es tan abundante que, a veces, no le hace falta comer, y llega hasta la cena con solo una papaya o media…